Rubia
Nos conocimos en octubre, corria el 94 y fue cuando entendi que el destino por si solo no serviria para conocer a alguien interesante.
Pasabas a diario por la vereda del cafe donde trabajaba, jamas mirabas a los costados y tu sonrisa, sin dudas, tenia dueño.
Nunca dije nada, sin embargo, mi jefe, un dia al verme mirarte, solo me observo y me dijo al pasar "olvidate", solo para decir algo. sabia que lo unico que olvidaba a diario eran los pedidos de los clientes.
Un dia, cansado de lamentar lo que extrañaba y con pocas propinas, decidi tomar revancha en un juego que definitivamente comenzaba a jugar perdiendo.
Llovia, dia gris donde lamentas cada uno que entra, ya que dejara huellas dificiles de borrar con el lampazo.
Habia pocos clientes y aparentemente, todos satisfechos, asi que yo leia, sentado en la mesa del rincon a la calle, un viejo libro prestado de derecho romano.
Cada cinco o seis lineas, miraba con ojos melancolicos el cristal que me separaba de mi libertad.
La hora no pasaba y aprovechando un minuto sin caer agua, abri las puertas para respirar, y te encontre.
Jamas te mire tanto, caminabas lentamente esquivando las baldosas flojas, como si fuera un campo minado.
Tus hombros encogidos, como si eso hiciera que te mojaras menos, y justo en frente mio el angel del agua, disfrazado de destino te salpico la cara, giraste y vi tus ojos y comprendi en un segundo que un dia por malo que parezca, siempre tiene su recompensa.
Extendi mi mano y cuando pense que ya todo habia pasado en un rapto de coraje atine a decir: "¿tomas algo caliente?, estas empapada".
hiciste unos cuatro o cinco pasos mas ignorandome y te volviste, pasaste a mi lado sin verme, y te sentaste en mi mesa donde aun yacia mi libro, que jamas terminaria.
"un te con limon" dijiste casi sin mirarme y yo son hablar y sonriendo, solo retire el libro.
04 junio 2004