Juicio
Llueve, poco para hacer lejos de casa, la fria habitacion de mi hotel, dista de parecerse a la calida cocina con niños jugando, anhelo el olor a comida, y los comentarios de lo que quisieramos hacer, y por lo general no podemos.
Me siento en el suelo, (no se un piso 11 tiene propiamente suelo), tuerzo mis piernas, tanto como mis machacadas caderas me lo permiten, pongo mis palmas sobre la alfombra, cierro los ojos, y trato de aislarme, lo mas posible.
Imagino situaciones, cualquier cosa que me evada sirve, la gente corre, se mueven como insectos, escapan de la lluvia, de la misma forma que tratan de escaparse de la rutina, pero no lo logran, quien no termina mojado, es porque se ha quedado en casa.
Las horas pasan, se hace larga la estadia en Cordoba, ya empiezo a extrañar cosas simples, de todos mis dias. La impersonalidad me toca, su piel es fria, tanto como el acero que recubre la mitad de mi hotel.
Si aprieto mis ojos con mas fuerza, casi que veo el panorama. Yo soy el que estoy en el banquillo, y gente que no conozco, define mi futuro. Casi como ha pasado durante toda mi vida.
Escuchan lo que quieren de lo que dicen de mi, y dar por hechas cosas que no pasaron, ni pasaran, (ya no pasaran).
Yo se que llegaras, te sentaras frente a mi, y contestaras preguntas, todas, sabes de mi.
Mi temor es que al verte llegar, no me mires a los ojos. Que yo conozca la verdad, no quiere decir que la compartamos. Tus verdades pesaran mas que las mias. Y no se de que lado estaras. Ahora mismo me dirias "del tuyo, por supuesto". En realidad, no se de que lado estaremos ambos.
No existen muchas cosas que hagan que este juicio sea mas rapido, menos doloroso al menos. Cientos de personas pasan delante mio, (algunas casi ni las recuerdo). Reflotan cosas tan pasajeras como vanales. Moldean la verdad como si fueran a recibir un premio por ello. Mienten.
Primero me pongo nervioso, siento mis manos pesadas, casi como atadas. Al tercero o cuarto que pasa, ya lo mio se convierte en indiferencia, me parece que esto tiene un futuro lejano e incierto. Pero no llegas. Deben guardar lo tuyo para lo ultimo. Quizas sea mejor.
Me pierdo en detalles, casi estupidos. No hay guardias, o si, pero son mujeres, y estan de blanco. Sin armas, solo sonrisas, tan cautivantes que hacen que todo el mundo guarde silencio, casi embobados. Sus manos perfectas, alcanzan pruebas al juez, no puedo dejar de mirar sus manos.
No hay cuartos intermedios, nadie come, nadie descansa, la monotonia es tal, que aislo ruidos, tan lejanos como todo lo que pude haber hecho, y jamas hice, (no se porque).
Mi telefono suena, abro mis ojos y aun sigo frente a mi, reflejado en esa ventana, que me separa del mundo, viendo gente a traves de sus ventanas, que hace las cosas que yo haria si estuviera en casa, vive.
Las 21.30 hs, a cenar, alrededor de mas gente que no conozco.
Adios Lunes.